Quizás con mucha más ilusión que conocimientos me uno al fantástico -pero aún desconocido para mí- mundo de los bloggers. Debo confesar que esta idea me ha acechado implacablemente hace ya bastante tiempo y que he pasado muchas horas meditando si sería bueno unirme a esta corriente. Realmente es increíble cómo las ideas se pueden transformar en ilusiones y estas, a su vez, en pequeños o grandes proyectos. «Entre Penas y Gracias», mi pequeño proyecto, representa para mí una ventana a través de la cual daré a conocer mis -espero no tan desacertadas- opiniones sobre el apasionante mundo del Derecho Penal. De antemano pido disculpas si es que en más de una ocasión esta ventana se convierte en mi puerta de salida a la desilusionante pero mejorable realidad social, política y jurídica que nos envuelve y atrapa sin el más mínimo remordimiento.
Haberme dedicado más de dos años a la investigación de mi tesis, «Los fines constitucionales de la pena como límite a la concesión de las gracias presidenciales», ha hecho que reflexione si soy o no un ratón de biblioteca y del cyber-espacio. Confieso que aún no lo sé. La duda proviene de la otra cara de la moneda del Derecho Penal: el litigio. En más de seis años, y gracias al estudio donde trabajo, he podido conocer la dura realidad contra la cual nos enfrentamos quienes aún soñamos con un derecho garantista y, sobre todo, transparente. Conocer y conversar con cada una de las partes del proceso -agraviados, investigados, policías, fiscales y jueces; seres humanos muy complejos ante todo- ha esculpido en mí el gran deseo de formar parte de la reforma judicial que, como todos, reclamo pero de la cual por desdén o indiferencia me he alejado. Así, a través de «Entre Penas y Gracias» pretendo además darle un equilibrio a mi vida académica y profesional.
Escoger el nombre del blog fue todo un reto pues no muchos nombres venían a mi mente. Los únicos que se me ocurrían, como «Héroes y Traidores», podían identificar todo menos un blog de Derecho Penal -quizás por eso fueron objeto de más de una justificada burla-. Finalmente, tras varios días y en un golpe de suerte impulsado por mi hermano Juan Diego y mi enamorada, llegó «Entre Penas y Gracias». Creo que el nombre representa la fragilidad de nuestro sistema: El Poder Judicial sanciona a los delincuentes y, muchas veces sin explicación alguna, el Ejecutivo los perdona –crime does not pay-. Lo curioso es que el Poder Legislativo, en complicidad con el Ejecutivo, sea quienes propongan y decidan aumentar la severidad del castigo que este último después perdona.
No podría finalizar esta primera entrada sin agradecer a mi maravillosa enamorada, Fiorella Chinchay Habich, por el increíble e incondicional apoyo que me ha brindado durante todo este tiempo pues sé que sin ella no habría podido dar este gran paso –gracias, amor-.
A todos los que sigan este blog, los invito a ser parte activa de la reforma pues a través de sus comentarios y críticas todos creceremos.
Sean todos ustedes bienvenidos.